EL RELOJERO DE MADERO
La calle de Madero de la Ciudad de México es famosa por sus centros joyeros y siendo una de las calles más antiguas con estilos españoles encierra varias leyendas, una de ellas ocurrió a finales del siglo XIX justamente en uno de estos centros joyeros perteneciente a Felipe de Lorenzana.
Felipe era un hombre muy atractivo y entregado a su trabajo, además de vender exclusivos relojes españoles también contaba con un taller de compostura en donde su esposa una mujer muy bella llamada Diana lo ayudaba a atender a los clientes, la pareja estaba muy enamorada todos los días que se les veía trabajar juntos se sentía el amor que se tenían.
Cierto día, Artemio un hombre de mucho dinero dueño de una tienda de telas en Tlaxcala visito el local de aquel matrimonio, él se distinguía por ser déspota , grosero con sus trabajadores y presumido, pero aún así lo atendieron como cualquier cliente y Diana comenzó a mostrarle los distintos relojes de la tienda, pero al parecer a Artemio no le gustaban los relojes sino Diana, comenzó a hacerle muchas preguntas sin sentido para sacarle platica, la situación era incómoda pero por fin Artemio pidió algo y era que arreglaran su reloj de oro, siendo claramente un pretexto para volver a la tienda y ver a Diana.
Con el tiempo Artemio comenzó a frecuentar la relojería con el pretexto de que su reloj nunca quedaba bien, que se atrasaba , que se adelantaba o que se apagaba, para Diana ya era molesta la presencia de aquel hombre en el local pues cada vez se quedaba mas tiempo.
Una tarde Artemio mando llamar a Felipe para que le entregará de nueva cuanta su reloj hasta su casa que se encontraba las afueras de la ciudad, así que salio rumbo al hogar de aquel hombre y Diana cerro el negocio, se metió a la oficina y después de leer un rato se quedo dormida, de pronto todos los relojes comenzaron a sonar y para su sorpresa estaban marcando las doce de la noche, Felipe no había regresado y esto angustio Diana , dos días más tarde encontraron el cuerpo de Felipe acuchillado a las orillas del camino, las autoridades dijeron que habían sido ladrones, su esposa estaba devastada , con un dolor inmenso le dio sepultura al amor de su vida, pero por compromisos económicos se vio obligada a abrir de nuevo el negocio y seguir trabajando, cuando ella estaba sola en el taller escucho entrar a Artemio él cuál pretendía darle el pésame y dijo que no se preocupara que él la protegería, cosa que le hizo sospechar que él tenía que ver con el asesinato, con rabia y llanto lo corrió de la relojería.
Al día siguiente Don Artemio al asomarse por las ventanas de su casa vio a el cuerpo de Felipe en su jardín con el reloj de oro en las manos, con asombro mando llamar a sus sirvientes y pidió que lo retirarán sobornando a los sepultureros para que no hablarán de lo ocurrido, pero de nada le sirvió pues a diario él cuerpo de Felipe volvía a aparecer en su jardín y por más que escondía su reloj él lo volvía a tener en sus manos, cansado de llamar a sus criados para que lo quitarán al octavo día el cuerpo apareció pero dentro de su habitación, para Artemio fue un gran impacto y de un infarto culmino con su vida.
Los sepultureros dijeron que la tumba de Felipe estaba profanada y que el cuerpo había desaparecido, la joyería misteriosamente no volvió a abrir y de Diana no se supo más, fue como si Felipe regresará del más allá por lo suyo.
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